domingo, 12 de abril de 2015

El ocaso de las palomas negras:

Me duele este llanto y esta pena
por la muerte en el ocaso
de cien palomas negras.
Tanto me duele. que toda las lágrimas
que guardaban mis ojos,
se volvieron pequeñas gotas de arena.
Que iban formando al caer
un monte de corazones rotos y gargantas quemadas,
en donde se extiende un bosque
cuyos arboles son de alambre de espino.
Y en cuya cima hay reses de metralla
bebiendo  litros de sangre que fluyen como cascadas
de las pieles entreabiertas.
Y comiendo los frutos que dan los arbustos del grafito.
dejando sobre un páramo de lágrimas secas
los esqueletos consumidos de cien palomas negras.
Cuando estas querían volar libres
y el fuego le enfrió las alas,
para que no pudieran romper con su pico
las cadenas que las amarran a la columna de llanto.

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