El chiquillo andaluz se lleva el pomo al pecho.
Desborda en armónicos que se van al traste
y van pudriendo el mimbre de las bisagras.
Recibe mis sacudidas como saltando las olas
y tirando de la puerta con todo su peso inútil
siente en pocos segundos décadas en los zapatos.
Es lo único que se opone a que tire la puerta.
El viejo, sin embargo, parece estar menos loco.
Sabe hace tanto tiempo que le busco
que hizo de la cama su trinchera
y puso todas estas sábanas por medio.
Al chiquillo le fallan las fuerzas
y la puerta se le viene encima.
Jaque mate.
Por fin descansa en paz.
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