miércoles, 11 de enero de 2012

PERDI LA VIDA - Steppenwolf





Perdí la vida un mal día,
a medias de la existencia, en una isla desafortunada.

He recorrido todos los burdeles;
en los que he pagado,
en los que me han pagado;
mujeres de escotes bajos y falda corta,
de hombres de corbata y ordenador
con zapatos de moqueta,
con banderas de colores en la solapa.

Prostíbulos gratuitos de consumición
sin cultura,
o en barrios donde lavar los pies
de la conciencia;
independencia de Manuela
donde el verso se vende a precio de birra,
mentideros del sistema;
lugares donde mal venderse con la mano extendida
para el siguiente cubata
o el siguiente premio de barros oficiales.

Los lupanares no tienen secretos para mí;
los de colonia Karvin
o los de olor a desinfectante de todo a 100;
al cabo todos son iguales.

He querido como me han dejado,
en algún extraño caso de alquimia, como a mi me gustaba,
y en alguno, casi paranormal, como ambos deseábamos;
pero siempre todo duró poco;
una mili, un contrato, un metro…

He marcado heridas,
a veces sin querer, otras con voluntad,
en ocasiones por ser perversamente honesto.

Tengo el cuerpo como un campo de batalla
después de firmar el armisticio
y aún así aún me queda espacio para socavar trincheras.
He caminado entre este mundo y su paralelo,
entre el día de la noche y la noche del alba…


Pero nunca me he encontrado,
no he visto la vida reflejada en el espejo que  me refleja
desde que volví de aquella maldita isla.

La esperanza siempre se me ha escapado
como aire entre los dedos,
y el amor solo ha sido una brevedad
entre dos comas más menos extenso,
quizá y como mucho un KITKAT doble.

Siempre, al final, acabo en mi caverna,
limpiando los colmillos de la sangre que nunca desee,
lamiéndome las heridas
que me hicieron volver a las cumbres nevadas.






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