miércoles, 23 de noviembre de 2016

De los escollos de la guerra:


De los escollos de la guerra
surgió la ceniza del llanto.
y de la chispa que dejo el fénix
se levanto la torre de la muerte
sobre cuatro columnas de cieno.
Por las pieles de los niños
se pagaron 4 monedas de plata.
Y por las dentaduras sonrientes de la juventud
se pago 20 rubíes de sangre
en el mercado negro de la angustia.
En medio de la plaza
un buey lame los cristales rotos.
Y un perro muerto duerme su propia putrefacción
Junto al fuego de una hoguera.
Con sus entrañas devoradas
por las larvas del silencio.
Y con sus ojos vacíos
sirviendo de nido a las polillas del tiempo.
De las fachadas cuelgan
hilos de tinta y manos de poetas.
Corazones que fueron arrancados de los enamorados.
Y los casquillos de las balas que se utilizaron
para fusilar al ángel de la paz.
Bajo los escombros que quedo tras el bombardeo
asoma una pata de paloma.
Y una boca abierta cuya mueca distorsionada
oculta un grito tan profundo y tan oscuro
como un pozo de amargura.
Un pecho recién cortado de mujer
y los brazos arrancados de un obrero.
En la ciudad del barro y de los huesos calcinados
se inauguró una estatua al miedo.
Una estatua cuyo rostro es el de una mascara anti gas.
Y cuyo cuerpo es el de un buitre
luciendo su esqueleto ante las hormigas del pueblo.
Y en aquel país que agoniza
un monumento al hambre se levanto
sobre decenas de estómagos rellenos de paja.
Y de las encías desgastadas
de roer la tierra apelmazada.
Un monumento que sera adorado
por aquellos que le rezan a la virgen campesina.
Buscando entre sus ojos
una lagrima que limpie los sembrados de muertos.
Y haga crecer el árbol del pan.
Ya tocan las campanas anunciando la hora
del rosario de los dientes de leche.
Y el ángelus de las viudas.
Y alrededor de la hoguera que se prendió en 1936.
Sobrevuelan los cuervos de la muerte.
Devorando vivo al fénix de la esperanza.

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